La presencia silenciosa en ‘I’m Your Woman’

Por Elizabeth Citalán

“¿Por qué?, ¿por qué no has llamado a Jo?” Es quizá la única línea relevante que dice Peggy Sheeran en The Irishman (2019), la última película de Martin Scorsese. El cuestionamiento lo dirige a su padre, Frank, después de que en las noticias se ha dado a conocer que Jimmy Hoffa, magnate sindical y amigo de toda la vida de la familia Sheeran, ha sido asesinado a sangre fría. Sólo esa línea basta para que nosotros como audiencia nos demos cuenta; ella está consciente de todo, lo sabe. Ella sabe que su padre mató a Hoffa, con una sola frase el personaje se convierte en símbolo de una serie de consecuencias provocadas por el mismo Sheeran.


Ahora bien, podemos hablar de Peggy como un personaje aparte o como una mera confrontación moral de nuestro protagonista. Está, pero está poco; sin embargo, tiene un peso, podríamos incluso decir que tiene el peso narrativo más grande (yo soy de lxs que piensan que es más la segunda). Peggy se convierte entonces en una presencia silenciosa, que tiene un papel central mucho más sutil que los demás personajes. Viniendo de alguien como Scorsese, que es conocido como uno de los exponentes más importantes del cine de gángsters, resulta extraño ver a un personaje femenino tener tanta presencia en sus filmes —no diré que es nuevo, porque lo hizo en Alice Doesn’t Live Here Anymore (1974)— pero sí es intrigante.

Parto con Scorsese porque es mi primera referencia al cine de este subgénero, y porque fue precisamente ese interés el que me llevó a encontrar I’m Your Woman (2020) hace unos meses. La premisa es sencilla; una mujer debe huir con su hijo recién nacido después de que su marido, que es un gángster de los pesados, traiciona a una banda de criminales y les obliga a desaparecer, pues sus vidas corren peligro.

Rachel Brosnahan y Arinza Kene en I’m Your Woman Foto: Wilson Webb. Cortesía: Amazon Studios

Dirigida por Julia Hart —guionista independiente que hizo su debut como directora con Miss Stevens (2016), a la que puedes echar un ojo si te gustan los roadtrips de adolescentes, o el teatro, o Timothée Chalamet cuando aún no sabíamos ni escribir su apellido— y protagonizada por Rachel Brosnahan (The Marvelous Mrs. Maisel, 2017), I’m Your Woman toma a un personaje recurrente pero secundario de este subgénero, en este caso la esposa del respetado líder mafioso, y construye la trama alrededor de las consecuencias que Jean, la protagonista, tiene que soportar debido a todo el caos que ha generado su marido, Eddie.

Los primeros minutos sirven de escenario para conocer el entorno en el que se desenvuelve Jean: una casa hermosa, moderna en la tendencia setentera en la que está ambientada la cinta; colorida y lujosamente acogedora. Conocemos a su esposo, Eddie, cuando llega a la casa con un bebé en brazos, explicando a Jean que es el hijo que tanto han estado esperando. El verdadero origen del bebé nunca es explícitamente dicho, pero sirve para inferir cuál es el papel de Eddie tanto profesionalmente, como dentro de la vida de Jean.

A esto se le suman varias escenas que acompañan la dinámica de matrimonio, con desayunos inexpertos (Eddie enfatiza la incapacidad de Jean de cocinar siquiera un huevo), y con las clásicas reuniones a puerta cerrada en el estudio del marido, mientras la esposa trata de tranquilizar al niño recién llegado en la otra habitación.


Podríamos pensar que el ritmo de la película es lento y, algunas veces, parece innecesariamente extendido, y sí, lo es, y es porque la acción ocurre fuera de la vista de Jean y su transitorio camino de supervivencia. Las disputas entre pandillas, los encuentros violentos en discotecas y las escenas de disparos están reservadas para los gángsters, por lo menos durante la primera mitad de la cinta. Aquí, presenciamos la misma incertidumbre que vive la protagonista, la desconfianza plagada de miedo sobre lo que puede ocurrir, sobre el peligro siempre presente y la frenética necesidad de proteger a su hijo recién nacido.

Rachel Brosnahan en I’m Your Woman. Cortesía: Amazon Studios

Jean, por motivo de sus circunstancias, también sufre un cambio de comportamiento, lo que la hace despertar ante la incertidumbre; en lugar de preguntarse por qué, sus acciones se encaminan al resolver el cómo. ¿Realmente a quién le interesa que no sepa cocinar un huevo cuando su familia es una de las más buscadas del país?, ¿por qué tiene ella —y quienes están a su alrededor— que pagar la culpa de alguien a quien sólo reconocía en su matrimonio?, cambian a un: ¿cómo podemos salir todos de esto a salvo?

Eddie también está, pero está poco —al igual que Peggy, es una presencia ausente y silenciosa, que sólo llega a nosotros y a Jean a través de menciones de otros, y que casi siempre resultan en un problema más al que deben enfrentarse. La presencia de Eddie está tan adherida a Jean, incluso cuando ella ya ha perdido toda esperanza de encontrarle con vida, que a ratos parece que de quién está realmente huyendo es de él, y no de lo que todas sus acciones han acarreado a su paso.

A pesar de ello, e inevitablemente siendo una película que parte del subgénero, durante su último tramo la violencia alcanza a nuestra protagonista. Podríamos decir que también ha sido una presencia todo este tiempo, siempre acechando a la espera de salir y atacar (¿o defender?) y que, indudablemente, llega.

El acercamiento de Julia Hart con I’m Your Woman es tan meritorio como primerizo, que se solventa con la excelente interpretación de Brosnahan, y aunque en momentos se sienta un desfase entre lo que se muestra en pantalla y lo que se quiere transmitir con el guion; sí, que presenta una perspectiva interesante de personajes que han estado presentes desde siempre en este subgénero, pero la mayor parte de las veces como espectadoras pasivas. Por ello estoy aquí hoy, hablando de ella, y también porque para quienes amamos tanto el cine de gángsters, será maravilloso contemplar esta vuelta de tuerca a las narrativas, donde ellas ya no sean una presencia silenciosa.

Elizabeth Citalán. Estudié comunicación porque disfruto
mucho el cine en todas sus formas. Crecí con la cultura pop
y ahora escribo sobre ella y las mujeres que la reapropian.

 

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