«Establezco una galería mínima de imágenes que describen estas miradas masculinas, patriarcales o hegemónicas. Historias donde no existe la fórmula Andes y sexo, o Andes y deseo.»
Por Mónica Delgado
En una escena de la película Retablo (2017), de Álvaro Delgado Aparicio, Anatolia (encarnada por Magaly Solier) le pide a su esposo que la monte. «Ponte arriba, móntame» es la frase que escuchamos y no vemos, puesto que el primer plano —del rostro del hijo adolescente— gobierna la toma: perturbado en medio de la noche, mientras intenta dormir en una habitación contigua. Este tipo de abordaje del aspecto sexual, entre oscuro e incómodo —aquí coherente con la intención de la historia que cuestiona algunas masculinidades tóxicas en los Andes peruanos—, también puede sintetizar el usual acercamiento a la sexualidad de las mujeres en las ficciones ambientadas en este espacio.
Hemos asistido, generaciones de espectadoras del cine peruano, a películas que replican versiones de personajes femeninos marcados por ideas preconcebidas del territorio al que pertenecen. Como si vivir en los Andes anulara cualquier posibilidad de agencia de las mujeres. Recuerdo otra película, Climas (2014), de la cineasta peruana Enrica Pérez, dividida en tres episodios, donde el espacio define la identidad de tres personajes: una mujer limeña en angustia existencial tras la pérdida de un ser querido, una anciana en la sierra que se desvive por un hijo maltratador, y una adolescente de la Amazonía en su despertar sexual. Aquí, los Andes son sinónimo de un relato de entrega, sacrificio o abnegación. ¿Existe alguna película donde las mujeres del Ande sean mostradas dentro de una vida sexual plena, como sí pasa con las películas urbanas? Parece que no.
La sierra peruana ha sido casi siempre mostrada como terreno de conflicto. Como antípoda de lo urbano y su modernización: tierras sometidas por la hegemonía latifundista, por la pobreza, exclusión y atraso. Las mujeres suelen traducir un sistema de opresión en este espacio, pero no como parte de la denuncia, sino como síntoma de un modo de entender este mundo precarizado.
Mujeres decorativas, mujeres sin agencia, mujeres objeto, mujeres serviciales, mujeres explotadas.
Usualmente, estos films ambientados en los Andes peruanos han sido realizados por cineastas residentes en Lima o en grandes capitales de provincia. Por lo que se perciben algunas premisas exotizantes sobre el entorno y los personajes. La mayoría de largos, a su vez, han sido realizados desde una mirada hegemónica y masculina; difundida y analizada desde esta visión totalizadora. Si bien, hay varios artículos sobre cómo se han construido estas cosmovisiones desde el prejuicio (y en algunos casos desde el racismo, el clasismo o el “enmarronamiento” de actores y actrices blancos), me interesa abordar en este video ensayo algunas imágenes acerca de la imposibilidad del placer, e ideas del erotismo y el amor: un aspecto poco abordado desde el análisis de estas películas sobre el Ande.
Establezco, a partir de un par de citas sobre la película peruana Laulico (Federico García, 1979) —extraída de un artículo de la revista Hablemos de Cine, y escritas por el crítico, docente y cineasta José Carlos Huayhuaca en 1982— una galería mínima de imágenes que describen estas miradas masculinas, patriarcales o hegemónicas. Historias donde no existe la fórmula Andes y sexo, o Andes y deseo. Más bien son conjunciones que parecen tabú.

En esta edición: «¡El mundo entero está hablando de nosotras, las mujeres kurdas!»
–
Mónica Delgado. Soy comunicadora social y crítica de cine peruana. Actualmente soy directora de la revista especializada Desistfilm, donde comentamos sobre cine independiente y experimental. También soy docente universitaria y escribo una columna sobre cine peruano en wayka.pe. En 2020 publiqué el libro María Wiesse en la revista Amauta: Los orígenes de la crítica de cine en el Perú.