Para Celina Manuel, es importante narrar historias en las que se pueda ver representada su comunidad y las mujeres que forman parte de ella. Al ser de origen purépecha, sus historias se sitúan en ese entorno y, a través del cine, encuentra la manera de poner en el mapa los sitios que le resulta necesario mirar.
Por Grecia Juárez
En La espera, su primer cortometraje, Celina rompe con la idea de que las mujeres aguardan eternamente al regreso de sus esposos y aborda las posibilidades que pueden surgir en ese tiempo aparentemente suspendido.
Este primer trabajo forma parte de la sección michoacana de cortometraje en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y en Lumínicas platicamos con Celina sobre sus inquietudes, la representación en la pantalla y las dinámicas de trabajo en un entorno femenino.
Lumínicas (L): ¿De dónde surgió la inquietud de contar una historia como la de Yazmín y Zenaida en La espera?
Celina Manuel (CM): Surgió hace años al ver lo que sucedía. No exactamente así como lo escribí, pero suele suceder mucho que los esposos se van a Estados Unidos y muchas veces ya no hay contacto, regresan una vez al año o incluso hay algunos que tiene otras familias allá, entonces me interesaba explorar cómo se viven esas ausencias, si se toman como ausencias o si es como un acuerdo fuera de lo común en un matrimonio.
Que sean dos mujeres lo pensé porque me gustaría que se hablara en primera persona de alguien de comunidad diversa dentro de una comunidad indígena, además. Entonces, para mí fue eso: que no veía tanto esta representación.
L: El corto parece resignificar la espera, la idea de que las mujeres podrían quedarse simplemente esperando, pero, en realidad, en medio de ese tiempo pueden pasar muchas cosas.
CM: Fue esa la idea, que no sea como un tiempo estancado, pues la vida sigue. Me ha tocado ver a mujeres de mi comunidad que tienen que tomar la rienda de su vida, independientemente de si están casadas, pero si no hay noticias de nada, pues hay que hacer algo, ponen negocios, salen a trabajar al campo, entonces toman esta batuta. Así veo a las mujeres de mi comunidad: como personas que tienen agencia y toma de decisiones sobre su vida.
L: ¿Cómo diste con las actrices del cortometraje y cómo fue trabajar con ellas?
CM: Para los dos papeles hicimos casting. Al final del primero, tuvimos a una señora, pero una semana antes, nos dijo que mejor no, que ya había cambiado de opinión. Entonces, platicando con mi mamá, me dijo «pues aquí esta Elizabeth», ahijada de mis papás. Me dijeron que ella tenía muchas ganas de ir al casting, pero no pudo ese día, entonces le marqué, platicamos, le mandé el guion y me dijo que le encantó, pero no es actriz de formación; lo tengo muy claro porque era muy difícil encontrar a mujeres. Para mí era importante que tuvieran noción del purépecha o que hablaran purépecha, entonces era difícil encontrar perfiles profesionalizados. Se dio muy bien, porque como ya nos conocíamos de años, desde que yo soy niña, hay confianza.
Para Yazmín, hicimos el casting y, cuando ya estábamos terminado, mi hermana me dijo que quería, yo pensé que era broma, pero me dijo que en serio le interesaba, se había indignado de que no la tomara en cuenta, pero le dije, «te voy a hacer una prueba». Le di a leer un fragmento y, al final, fue como entre familia todo. Había esa confianza cuando ya estábamos grabando, de decir, de aclarar, de acordar.
L: Ahora que mencionas que la realización resultó muy familiar para ti, ¿podrías platicarme de la importancia de narrar historias que nos son cercanas y que no necesariamente ocurren en las grandes ciudades sino que se sitúan en las propias comunidades?
CM: Yo tengo la sensación de que sí me gustaría que se vieran más estos espacios. Para mí es importante y es algo que pienso seguir trabajando, que se hable del lugar donde yo crecí, ponerlo en el mapa, hablar desde nosotros. Estoy ahorita escribiendo otras cosas que igual se sitúan ahí, entonces para mí fue esta convicción, el ver estos espacios y personas tan cercanas con las que me identifico, no es una representación tan distante. El otro día, en una plática decíamos eso, que cuando mencionan parque, te imaginas Central Park, es lo primero que se nos viene a la mente, o sea ni he ido, no sé cómo es, pero lo tengo en mi imaginario. Está muy raro que nos signifiquemos a través de cosas tan lejanas, entonces fue explorarlo a través de lo que es más cercano a mí y muchas mujeres.
L: ¿Como fue trabajar con un crew de mujeres, en su mayoría, y desde esa mirada contar la historia de las dos protagonistas?
CM: Eso fue algo que quise desde un inicio, principalmente por la historia, también saber que era un trabajo con esa etiqueta que luego les ponen, de actores no-profesionales, pero yo quería que todo el ambiente fuera de confianza. Al principio yo estaba más necia, quería que el crew fuera totalmente de mujeres, pero no se logró porque sí está complicado encontrar ciertos perfiles y es cuando te das cuenta de que no están en todos los puestos, no hay esta representación. Entonces lo abrí un poco, pero la verdad estuvo muy bien porque se sintió todo el tiempo un entendimiento o si había alguna tensión se platicaba, todo era tranquilo.
Yo ya había vivido otras experiencias cuando apoyaba en otros equipos y se sentía un ambiente super pesado, super denso, entonces me gustó esta otra dinámica. Incluso recuerdo la escena que grabamos de la cama, todos estábamos contando estos momentos íntimos y cómo los hemos vivido. Estuvo muy padre, con las actrices, con la sonidista, con la de cámara, platicar los detalles con los que te das cuenta del grado de intimidad. Además, Anel Melgarejo, la cinefotógrafa, ella también apenas estaba entrando a explorar una relación lésbica, por lo que también se estaban extrapolando muchas cosas que estaban pasándole al equipo. A mí me gustó mucho generar esta dinámica y al final casi casi que se hizo entre amigos y familia todo.
L: ¿Cómo te has sentido en el FICM al presentar el cortometraje?
CM: Da vértigo verte en una pantalla grande, pero me siento contenta de compartir esto, de seguir dialogando con más gente, especialmente con el equipo, entonces nuestra próxima meta es hacer una proyección en mi comunidad, que es la proyección que más me pone nerviosa. Es una cosa intimidante ver tu trabajo en grande, como si te mostraras desnuda ante la gente, pero estamos contentos todos los del equipo.
Grecia Juárez. Periodista cultural y editora.
Ha colaborado en medios locales y escrito
sobre cine en espacios como Icónica, Fancine y FilminLatino.
Egresada de Comunicación y Medios Digitales en UPAEP.