FICUNAM 12: Crítica de ‘Si pudiera desear algo’

Dora García realiza una película de no-ficción titulada Si pudiera desear algo, para conocer por qué de este título irradia la frase «la revolución será feminista o no será, sigue leyendo.

Por Paulina Jiménez

De los movimientos sociales en la época actual, la lucha feminista es de los que más fuerza tienen tanto internacionalmente como a nivel nacional. Todos conocemos a alguien que comulga completamente con los ideales de dicho movimiento —incluido este espacio—, y hasta el propio estado (intencionalmente escrito sin mayúscula) se promulga feminista, quizá en aras de vincularse de cierta manera con las mujeres mexicanas. En la actualidad, el Día Internacional de la Mujer se percibe y se vive de manera distinta en comparación con lo que era hace algunas décadas. La ONU declaró el 8 de marzo de 1977 como un día para conmemorar la lucha de las mujeres por la igualdad, además del reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos.

Antes, se felicitaba a las mujeres por ser “la más bella creación del universo”, como si el simple hecho de tener un útero nos hiciera acreedoras de una felicitación, pero no del reconocimiento de nuestros derechos y el respeto a nuestra vida e integridad. Parecía que al imaginario colectivo se le había olvidado el origen de esa fecha; el 8 de marzo 1857 asesinaron en Nueva York a más de 100 mujeres que protestaban en busca de igualdad salarial en su lugar de trabajo: una fábrica. Pero en tiempos recientes estas protestas retomaron fuerza y las felicitaciones van quedando fuera de lugar cada vez más.

De ahí surge el 8M como lo conocemos hoy, una marcha a nivel internacional de mujeres y disidencias que exigen igualdad, libertad, respeto y justicia.

Si pudiera desear algo (2021) es un documental mexicano de la directora Dora García que retoma esta efeméride y su manifestación para convertirlos en una obra de arte. Hacer una sinopsis y una descripción narrativa de manera simple, resulta complejo pues no es el documental cotidiano que los espectadores estamos acostumbradxs a ver, sin embargo, esta servidora hará su mejor intento por plasmar el retrato más fiel de la misma.

El documental consta de varios relatos contados de manera paralela. Primero, la perspectiva del “Bloque Negro”; mujeres encapuchadas, cubiertas de pies a cabeza, vestidas de negro, que se encargan de proteger (acuerpar) a las manifestantes en las marchas feministas, y hacer algunas pintas o intervenciones de monumentos y edificios. También, tenemos un vistazo privilegiado y profundo de algunas marchas feministas en la Ciudad de México. Y finalmente, encontramos a “La Bruja de Texcoco”, artista trans que nos comparte su proceso creativo durante la creación del soundtrack principal de Si pudiera desear algo.

Esta obra sí tiene un orden cronológico. Al principio quizá no es muy evidente pues lo primero es situarnos en cada relato, comprender qué es lo que estamos viendo y a quién. También entender que cada relato muestra una misma lucha desde diferentes trincheras: el arte, las protestas, las pintas e intervenciones, las consignas, la destrucción de lo material… Todo con un mismo objetivo, mostrar resistencia a la opresión y represión por parte de la sociedad y el estado, quienes son responsables de nuestras muertes, agresiones, violaciones y finalmente, traumas o dolencias. Y no debemos mal interpretar la palabra “dolencia”. Sí, a las mujeres y disidencias nos duele todo lo que tenemos que pasar por el simple hecho de “ser”, pero eso no nos incapacita, al contrario, nos da más fuerza, coraje y también nos da claridad sobre algo muy interesante y triste; hay un vínculo enorme que nos une, todxs hemos sido violentadxs por el mismo sistema.

Fotograma de Si pudiera desear algo

Una vez entendido qué o a quiénes se esta viendo, podemos pasar a apreciar la crudeza, sinceridad y espontaneidad de los testimonios, reflexiones y confesiones realizadas por quienes integran este largometraje. Sabremos por qué el Bloque Negro acuerpa, por qué La Bruja de Texcoco canta, y por qué las mujeres y disidencias marchan, brincan y gritan. Todo tiene un propósito. Si bien cada relato es distinto del otro, en términos narrativos convergen en algo muy especial: la misma noción de que merecemos justicia, respeto, integración, igualdad, y un cambio de paradigma en cuanto a la noción que se tiene de la femineidad y sus allegados en todos los ámbitos.

Es importante también hacer mención de la belleza en términos fotográficos de Si pudiera desear algo. Las palabras y voces mueven y conmueven, pero la estética de las tomas y colores deleita, y eso hace que se complementen tan bien unas con otras. Aunado con la musicalización quizá no del todo intencionada – pues al ser testigos del proceso creativo para el soundtrack, es casi inevitable escuchar pequeños fragmentos de la composición –, y sumado al montaje, resulta en una triangulación estética/narrativa que hacen al cine, un cine feminista, un cine incluyente y de mujeres. Cuando se acerca el final del filme, sucede algo increíble: tres relatos se concretan y se vuelven uno sólo. Entendemos que sólo nos estaban mostrando los diferentes procesos que cada trinchera tiene para llegar al mismo punto. La pieza musical termina de producirse y se vuelve canción, las mujeres terminan de vestirse de negro, de cubrirse cualquier rasgo personal y se vuelven Bloque, y las manifestantes terminan de marchar, gritar, exigir, y llorar para finalmente traer consigo la calma y reafirmarse a sí mismas que sí, la revolución será feminista, o no será.

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