Arcelia Ramírez: La herida abierta que muestra ‘La civil’

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Por Grecia Juárez

Arcelia Ramírez es una cara conocida en el cine mexicano: a lo largo de una trayectoria sólida la hemos visto dar vida a personajes históricos, hermanas, madres y mujeres que enfrentan sus propias dificultades. Cuando el guion de La civil (Teodora Mihai, 2022) llegó a sus manos, vio en él la oportunidad de retomar un tema que sigue vigente a pesar del tiempo que la separa de la historia en la que está inspirada (la de la activista Miriam Rodríguez, quien investigó a los responsables del asesinato de su hija).

A propósito del estreno de esta cinta en las salas de cine mexicanas a un año de su debut en el Festival de Cannes, Arcelia habla sobre su perspectiva de esta ficción dolorosa, de la violencia, del poder del cine para reencontrarnos y de la influencia que ha tenido en su carrera la mirada de directoras que le ayudaron a explorar otras facetas como actriz.

Lumínicas: ¿Cuál fue tu primera impresión al leer el guion de La civil?

Arcelia Ramírez (AR): Desde que leí el guion me pareció una historia muy poderosa, un personaje muy fuerte, muy emocionante, porque no nada más se trata de una mujer que, al verse desamparada del apoyo de la justicia y del apoyo de su exmarido a la hora de buscar a su hija que ha sido secuestrada, toma la justicia y hace esta búsqueda por su propia mano; también se trata de una mujer que se sacude la sumisión y que descubre su propia fuerza, su inteligencia, su valentía, su audacia. Entonces el arco dramático de este personaje es tremendo y había que hacerlo con mucho cuidado, con mucha responsabilidad.

También era la ocasión para mí de hablar de una herida profunda, de una herida abierta, un problema complejo, de un asunto que nos duele; no podemos ni siquiera imaginar lo que puede ser para tantas familias en este país estar sin sus seres queridos, la incertidumbre de no saber dónde están, es un infierno. Me sentí muy privilegiada de poder poner el tema una vez más sobre la mesa y, ¿por qué no?, abonar al debate y caminar hacia las posibles soluciones preventivas o hacia un sistema de justicia que defienda a las víctimas, que las proteja y resuelva los casos. Todo eso me pareció cuando leí el guion, como una especie de fortuna.

La civil. Cine Caníbal.

L: ¿Cómo fue trabajar bajo la dirección de Teodora Mihai?

AR: Nos estuvimos reuniendo como un mes y medio todos los días, en un momento de la pandemia muy álgido porque hicimos la película en medio de esta circunstancia tan terrible que nos ha tocado vivir a todo el mundo, con todas las medidas de sanidad, para hablar del personaje, para analizar el guion, para entender cada una de las escenas, hablar de sus objetivos, de todos los colores, las temperaturas, tratar de tener los más elementos posibles para poder llegar al rodaje más armadas. Ese trabajo nos permitió también conocernos y establecer una relación de mucha intimidad, mucha complicidad, que me parece indispensable para trabajar y para poder abrir tu corazón.

Teodora hizo un trabajo espléndido en el sentido de dosificar muy bien este arco dramático, este viacrucis que hace Cielo, porque es un personaje que no sale de escena nunca, está todo el tiempo ahí y el espectador la va acompañando permanentemente, hasta terminar en un lugar muy distinto al que empieza y podría haber sido inverosímil. El trabajo de dirección de actores fue extraordinario porque fue de una enorme sensibilidad, con todo el respeto, el cuidado y disfruté muchísimo este proceso, paradójicamente, tratándose de una ficción tan dolorosa.

L: A propósito de la circunstancia difícil mencionas, ¿Crees que se puede luchar contra la violencia desde el cine?

AR: Yo estoy convencida de que el cine, y el arte en general, es una magnífica herramienta para la reconstrucción del tejido social, para la reconstrucción de nosotros como seres humanos, para entender quiénes somos, entender qué venimos a hacer a este mundo, para sanarnos, para acceder a la belleza, a la zona espiritual a la que te conduce el arte en general. Entonces sí, por supuesto, creo que esta ficción nos puede ofrecer un punto de vista que incida en la conciencia, en el espíritu, en el alma, para poner nuestro granito de arena, cada quien desde sus posibilidades, ya sea en un cambio de actitud, en una toma de conciencia, en tratar de cortar, por ejemplo, la violencia en las redes sociales, cortar estás cadenas de odio que lo único que hacen es escalar y teñir toda la vida social de este país de un tono no muy constructivo.

L: ¿Cómo ha influido en tu carrera poder trabajar y rodearte de directoras como Maryse Sistach o Busi Cortés?

AR: A mí me da mucha alegría haber decidido ser actriz justo en ese momento en donde surge el Nuevo Cine Mexicano y en donde irrumpe no solamente una generación nueva de escritores, de fotógrafos, de directores, sino que irrumpen las mujeres, el punto de vista femenino, la sensibilidad, el arrojo, el coraje femenino, el talento para contar historias, y se diversifica todo el lenguaje cinematográfico, las historias, los temas, los tonos en los que cuentan las historias, surge un crisol muy variado, muy diverso de posibilidades para el cine.

Por ejemplo, Maryse (con quien trabajó en cintas como Perfume de violetas y El brassier de Emma) es una de las colaboradoras fundamentales en mi carrera, ella me ha ampliado mi registro actoral. Cuando estaba joven siempre me daban personajes de buena, de virtuosa y los agradecí muchísimo, eran personajes lindísimos, por supuesto, pero ella me dijo “no, tú no eres la cándida Eréndira, tú eres la abuela desalmada y eso es lo que yo quiero que exploremos”. Para mí siempre ha sido un gozo, porque además con Maryse hay unos procesos de preparación apasionantes, como tiene toda una formación de socióloga, pues vamos a los lugares a hacer trabajo de campo, a empaparnos un poco del universo que vamos a contar y siempre resulta muy enriquecedor. También mi primera película de largometraje fue con nada menos que con Busi Cortés (en la película El secreto de Romelia), que en aquel entonces era como la novena directora en toda la historia del cine mexicano y esto fue en el 88, o sea que era ridículo que las mujeres no hubieran dirigido más hasta ese momento. Entonces qué te puedo decir, he trabajado con Patricia Arriaga, con quien hice Juana Inés y con quien también tengo un nivel de colaboración maravilloso. Mi relación con las creadoras mujeres es muy intensa y la agradezco profundamente.

 L: ¿Qué tipo de personajes te gustaría explorar más adelante?

AR: Esa pregunta siempre me ha costado mucho trabajo porque me cuesta decir “quiero hacer esto”. Me encantan las ficciones históricas, pero en general creo que son los personajes los que me eligen a mí, son los personajes que llegan, que te proponen. Me parece un poco ocioso decir “ay, quisiera hacer” porque qué tal que nunca llega y lo único que haces es frustrante. Prefiero estar abierta al próximo universo ficticio que me toca hacer.

La civil. Cine Caníbal.

L: Regresando a La civil, ¿tu papel te dejó alguna observación o aprendizaje respecto al tema que toca?

AR: Creo que es muy complicado que justo se esté estrenando en este momento. Es muy doloroso porque la investigación empezó hace seis o siete años y ya en ese momento era una realidad muy dura, y ahora no solamente no ha disminuido, sino que se recrudece cada vez más. Lo estamos viendo ahorita con todo lo que está pasando en Nuevo León, por ejemplo. Creo que son muchos factores que intervienen en una realidad así, y no sé, se me ocurre que la educación podría incidir en la prevención de este problema, la educación artística o el ejercicio del arte en general. Creo que necesitamos humanizarnos, desmantelar el valor del dinero, estas aspiraciones de querer tener siempre más que el vecino. Hemos caído en la trampa del capitalismo salvaje y hemos sido presas fáciles de su voracidad, así que necesitamos consumir humanidad, sensibilidad, cultura.

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Grecia Juárez. Periodista cultural y editora.
Ha colaborado en medios locales y escrito
sobre cine en espacios como Icónica, Fancine y FilminLatino.
Egresada de Comunicación y Medios Digitales en UPAEP.

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