Lee una entrevista sobre El prófugo, cinta de Natalia Meta y basada en el libro El mal menor, de C. E. Feiling.
Por Paulina Jiménez
“Esta dimensión del sonido que también tiene que ver con el movimiento es una dimensión que para mí tiene mucho de feminista, porque está rompiendo esquemas visuales que tienen que ver con las miradas masculinas o las miradas patriarcales, y a mí me parece que eso es algo hermoso para transitar”, comenta Érica Rivas, actriz y realizadora cinematográfica argentina, con una sonrisa en los labios.
El camino de Érica en la industria cinematográfica no es corto, ha transitado por más de 60 obras entre el cine, la televisión y el teatro. Sus participaciones van desde películas como Garage Olimpo (1999), Chile 672 (2006) o Relatos salvajes (2014), esta última brindándole múltiples premios internacionales como actriz; hasta series como Los Simuladores (2002) o Casados con hijos (2005) que la empujaron a los reflectores. Sin embargo, ahora una de sus prioridades tanto en el ámbito profesional como personal, es pavimentar el camino en la industria para las mujeres y disidencias, pues, en sus propias palabras, la violencia machista en los medios y el entretenimiento carece de visibilidad.
Una de sus más recientes participaciones en el cine es El prófugo (2020), una coproducción entre Argentina y México que, según ella y la propia directora Natalia Meta, no tiene género cinematográfico pues la intención era romper con ellos. Este filme retrata la vida de Inés (Érica Rivas), una mujer que a partir de la voz experimenta una serie de eventos traumáticos llevándola a un alto estado de pánico. Desde Lumínicas tuvimos la oportunidad de conversar con la actriz.
Lumínicas (L): Cuéntame de qué va El prófugo.
Érica Rivas (ER): Bueno, El prófugo es una película sobre una mujer que acaba de tener un episodio traumático, y está concibiendo una obra de arte, mientras se está enamorado de otra persona. Creo que sería eso.

L: El protagónico de este filme tiene muchos matices y un amplio desarrollo a lo largo de la cinta, pues es una actriz de doblaje y corista que, además dentro de su episodio traumático, va evolucionando en varios aspectos de su vida. Cuéntanos, ¿qué preparación necesitaste para darle vida a Inés?
ER: Primero me puse a estudiar canto lírico, trabajé con dos profesoras cantantes de acá (Argentina) que trabajan en El Colón, y bueno, empecé ahí. Después fui a los ensayos del coro, es un coro real que se llama el Coro Polifónico Nacional de Mujeres de San Justo, ahí fui a un par de ensayos. Además, me hice de algún curso de voz de doblaje, esa es otra parte que tuve que estudiar y que me encantó. También tuve que hacer cierto trabajo de investigación de las formas de ver lo que le pasaba al personaje, desde la psicología hasta la brujería, pasando por lo que es, por ejemplo, la novela original que es una novela gore, entrando en todas las posibilidades que me daba este personaje.
L: Ahora que hablas de la novela original de Charles Feiling, entiendo se hizo una adaptación de esta y es muy importante que es del género gore, porque a diferencia de la gran mayoría de películas del género terror o thriller basadas en una estética oscura y “tétrica”, y que también tocan temas fuertes, me parece que El prófugo cambia totalmente este paradigma. La narración no se basa en los recursos estéticos sino que la actuación lo es todo. Quisiera saber si tuviste alguna dificultad o una presión por el peso que tenía la actuación en el filme.
ER: No, al contrario, fue una de las cosas que más me interesó de hacerla. Yo, además, para quedarnos tranquilas, tomo terapia desde los 19 años. Es muy argentino esto que estoy diciendo, pero recomiendo para todas partes el tomar terapia, eso sé que me sostiene a nivel, digamos, psíquico para poder abordarlo con la seguridad suficiente en mi estructura. Después, los caminos que proponía el guion, que proponía Natalia, eran muy divertidos.
Pensar en potenciar esto que nos pasa a las mujeres de ser extranjeras en este mundo, subirle el volumen y pensar en una mujer que está en ese dilema, con esa certeza, tratando de atravesarla, como hacemos todas las mujeres y disidencias, encima tratando de producir una obra de arte y además enamorándose; entonces me pareció que el recorrido emocional de Inés, más allá de los recursos que se puedan dar a nivel de género —que además eso era otra cosa que Natalia también me pedía y también quería en el relato: que construyéramos un género para después romperlo, y otro para después romperlo—. Podemos pensar que al principio es una comedia, pero no; parece una película de terror, pero no; terror psicológico, pero no.
Me parecía muy interesante también que la protagonista sea una mujer que está rompiendo con los géneros de cómo son las mujeres en las películas de terror, esa cosa también tan punitiva para las mujeres desde antes, en general en el cine, me parecía que tenía un condimento que me atraía muchísimo. De hecho, fue así, a medida que fui surfeando en todo el proceso de la película, no solo en el rodaje sino en la preproducción y postproducción, me fui encontrando con esto y también con tantas lecturas que me hicieron ampliar la mirada sobre el cuento.

L: ¿Qué cambió este papel en ti? ¿Qué Erika quedó después de haber hecho “El prófugo”?
ER: Mira, primero quedó una actriz que está fascinada con el sonido; dentro de mis herramientas como actriz están no solamente la voz sino el sonido. Yo ya venía pensando en mis herramientas como actriz y todo el tiempo estoy tratando de ampliarlas, por eso trabajo con una coreógrafa también. Entonces pensaba en el movimiento, pero esta dimensión del sonido que también tiene que ver con el movimiento es una dimensión que para mí tiene mucho de feminista porque está rompiendo esquemas visuales que tienen que ver con las miradas masculinas o las miradas patriarcales.
Después me quedó la amistad con la directora, con Natalia, eso también podemos decir que tiene que ver para mí con una lectura feminista porque, ya de una, pensar que es tan difícil llegar a espacios en la industria cinematográfica siendo mujer o disidencias, y además poder armar equipo entre nosotras dos, poder tener confianza, libertad, lugar para las dudas, para la pregunta, me parece que eso es una cosa que me ha quedado y la verdad que me fue difícil.
L: ¿Tú cómo ves que la industria cinematográfica está evolucionando? ¿Qué crees que viene para el cine feminista?, ¿qué viene para el cine de las mujeres? Tu opinión como actriz, pero también como realizadora.
ER: Por lo menos yo veo en Argentina que ahora nos estamos como “replegando”. Lo que pasa es que nosotras estuvimos peleando por el aborto y entonces a partir de haber ganado este derecho tan importante, y de haber abierto a nuevas temáticas que tienen que ver con los próximos derechos a conseguir, yo creo que ahora estamos en un momento donde nos estamos como repensando de nuevo, pero esto desde Argentina. Yo lo que veo es que lo que nos queda es empezar a ampliar la mirada entre nosotras, a admirar nuestras historias, a poder aportar a que estas historias se hagan, a que se puedan ver, a que las vean cada vez más cantidad de gente, a darle más lugar a las cosas que vienen de mujeres y disidencias.
Y es en todos sentidos, porque como feminista antiespecista me doy cuenta de que no quiero seguir perpetuando la violencia hacia otras especies, de la misma manera que tampoco quiero que se siga perpetuando la violencia hacia las comunidades originarias, por eso creo que el feminismo también tiene que ser anticolonialista y muchas razones más por las que creo que el feminismo tiene que seguir ampliándose; son muchas cosas que se van ampliando y que yo creo tenemos que tener en cuenta para que esto realmente se caiga.
Y las historias que nos vamos contando a nosotras mismas y a los demás son importantísimas para poder crear nuevas formas de vida, nuevas formas de comunidades, nuevas historias de encuentros o desencuentros, nuevas maneras de contarnos; porque estamos siempre atravesados, atravesadas y atravesades por historias que son de otros territorios, que además son territorios conquistadores, entonces nosotros tratamos de encajar nuestras formas de vida a esos relatos y es realmente bastante peligroso, entonces creo que como feministas también es importante poder aportar a que esto se pueda hacer más grande, pueda llegar a todos lados de distintas maneras.
Nosotras que estamos en la industria cinematográfica o audiovisual tenemos la meta, ese brillante que tenemos que seguir. Yo hago todo lo que puedo y siento que es un deber para mí, pero por lo menos acá no es un espacio de lucha el tema de cómo se te aparece en los medios la violencia machista para con nosotras las mujeres y disidencias. Hay, por supuesto, agrupaciones de mujeres en el cine y se amplió un poco después esta última ola, pero creo tenemos que ir más allá, tenemos que seguir despertándonos, tenemos que expandirnos.

L: Finalmente cuéntanos, ¿qué encontrará el público mexicano al ir a ver “El prófugo”?
ER: Bueno, para mí es una película que se mete en el inconsciente, se mete en los sueños, se mete en lugares donde no se meten muchas películas, muchas historias. Es una película que viene con estas ganas de abrirnos hacia el deseo femenino, hacia formas de habitar el mundo. Me parece que amplía la sensibilidad, amplía el conocimiento sobre uno mismo y además creo que tiene algo muy interesante, tiene una técnica que para quienes podemos mostrar desde Argentina, te diría que es lo mejor; o sea todos los rubros técnicos están habitados por gente exquisita, entonces es una película para ver en cine, porque también tiene un tratamiento de sonido espectacular. Así que es una película para ir y dejarse impresionar en todos los sentidos, no solamente en el visual.